Hay que acabar con la barra libre de las políticas ultraliberales.

¿Te reconoces? Sí, sí, tu estás ahí, Si sigues al de la trompeta un poco a la derecha y entre las dos columnas se te puede reconocer. Se te ve la punta de la nariz.

Esta es la forma en la que los chic@s del movimiento ultraliberal, jaleados sin descanso por la derecha extrema a través de sus medios, ven a la población española. Nos hemos ido de boda, una boda que ha durado muchos años, hemos tirado la casa por la ventana, los novios (véase el Estado) ha pagado la barra libre, nos lo estábamos pasando "chupi" y no nos queremos ir a casa.

¿De verdad que nos tenemos que tragar estas historietas? Debo reconocer que me indignan tanto como los propios recortes que les acompañan.

Lo de la barra libre viene a cuento porque Ricardo Montoro, catedrático de sociología de la UAM y ex-presidentes del CIS bajo el último gobierno de José María Aznar, ha dicho en un acto de la fundación FAES, con la que parece colaborar asiduamente, que hay que acabar con la barra libre en las pensiones, la educación y la sanidad. 

Esta frase forma parte de la misma familia de otra muy reiterada: No puede haber de todo, para todos y gratis. La del catedrático Montoro es una concreción de la misma ya que pasa de la fase especulativa e ideológica a la práctica política y señala el camino que nos espera. Enmarca, sin lugar a dudas, la actual política social de este gobierno.

Pero amig@s lectores, pensadlo bien. ¿Realmente hemos tenido una barra libre? El discurso ultraliberal está utilizando el marco cognitivo de la fiesta y una vez dentro  ya no salimos. Lo de que hemos vivido en una fiesta se lo oigo a todo tipo de gentes. Tenemos que decir alto y claro. Yo no he estado en esa fiesta. Esto no era una fiesta.

Hay que reconocer que la metáfora es muy poderosa y su utilización muy maliciosa. En España nos van las fiestas, todos participamos en ellas. Todos sabemos que en la fiesta buscamos pasarlo bien y olvidarnos de todos los sinsabores de la vida. En las fiestas no reparamos en gastos, ni en los regalos, ni en las comidas, ni en las bebidas. Y todos sabemos que tras la fiesta viene la dura realidad, la resaca, el ayuno casi obligado porque el cuerpo, al menos a ciertas edades, ya no acompaña.

Pero si recapacitamos un poquito, un poquito sólo, sabemos que:
  • Los jóvenes no han alcanzado su altísimo grado de formación yéndose de fiesta (por mucho Erasmus que hayan hecho) sino metiéndose horas y horas de codos ante las mesas.
  • Los currelas de este país no han sostenido a sus familias yéndose de fiesta sino trabajando muchas horas.
  • Los jubilados de este país no se han ganado sus pensiones yéndose de fiesta, sino cotizando a un sistema durante muchos años de vida laboral, con muchos madrugones, con muchas horas extra, con mucho esfuerzo para traer algo de decencia a este país.
  • Los dependientes y sus familiares, los de los discapacitados, sencillamente tienen muy difícil irse de fiesta bajo ningún concepto. ¿Acaso no tienen derecho a un poquito de fiesta? Si es que puede considerarse fiesta tener algún pequeño alivio a sus duras y extenuantes jornadas en lo físico y en lo emocional.
  • Las mujeres de esta país tampoco es que se lo hayan pasado bomba. La mayor parte doblan la jornada (trabajo-casa) y no se si les queda mucho tiempo para fiestas.
  • Los parados de hoy en día no creo que estén precisamente de fiesta, ni que sus ¿realmente creen que son enormes? prestaciones de 400 € den para muchas alegrías.
Cuando oigamos este tipo de expresiones tenemos que hablar desde estas realidades y desde estas gentes, bueno desde nosotros, desde nuestros valores, desde nuestra visión de la vida.

Lo que hay que hacer es acabar con la barra libre de políticas ultraliberales y de derecha extrema. Hay que poner de dueño del local a un nuevo barista que ponga algo de orden en esta estafa y vuelva de nuevo a acabar con la fiesta de estos neorricos de pacotilla para repartir algo de fiesta a los que no tienen ninguna.

P.S. Por cierto. ¿Por qué necesitamos irnos de vez en cuando de fiesta? Exacto, porque nuestra vida no es ninguna fiesta.


Comentarios

  1. Atinado como siempre, Joaquín. Yo también estoy harto de lo de la "fiesta", de lo de "haber vivido por encima de nuestras posibilidades" y de lo de que "las cosas no pueden ser gratis". Buena entrada.

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  2. Algunos de esos para pagar la hipoteca de la mansión, no se van CASI NUNCA de fiesta, por eso se piensan que los demás estamos siempre de fiesta. En el fondo tienen envidia, están amargados y parece que quieren vernos amargados a todos/as.

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