La historia sólo avanza con compromiso social
La Marea Naranja. Compromiso social. |
El pensamiento ultraliberal, que ahora tira de nosotros hacia el medievo social, fue hasta hace no demasiado el adalid de una nueva visión que se vino a denominar "nueva economía". Desde esta visión de la realidad se venía a plantear que los ciclos económicos propios del sistema capitalista se habían acabado. Sólo quedaba ante nosotros un futuro perfecto en el que sólo era posible avanzar.
Desde otro punto de vista complementario se entendía que habíamos llegado al final de la historia, entendido este concepto como el fin de la dialéctica, el capitalismo era el punto y final.
De alguna manera, en mayor o menor medida, la mayor parte de nosotros acabó por tragarse esta historia. Lo cierto es que desde esta perspectiva la conclusión es fácil: si ya hemos llegado a un mundo perfecto la transformación social carece de sentido. En esta forma de ver el mundo el compromiso social y político para cambiar la faz de una realidad injusta no tiene cabida, la injusticia y la desigualdad son una dato más de la realidad, eso es todo. En todo caso, herederos de las revueltas juveniles del 68, nos entregamos a una mera mejora de carácter individual.
Por otro lado, aparentemente de forma contradictoria pero al mismo tiempo encajado como dos piezas de un puzzle, continuamos enganchados al prejuicio de que las cosas sólo podían ir a mejor. De alguna manera hemos vivido cegados por la idea del progreso continuado y sin fin. Hemos participado de una visión teleológica de la vida y de la historia que nos ha sido transmitida desde todos los rincones de nuestra tradición cultural. La tradición judeocristiana con su idea de vivimos encaminados hacia una vida mejor que nunca alcanzaremos pero a la que nos acercamos poco a poco. La tradición procedente de la Ilustración y la Modernidad, que da origen a un gran número de filosofías desde el positivimo hasta el marxismo, que cree, de una forma bastante ciega, en la idea del progreso continuado e ilimitado.
Desde otro punto de vista complementario se entendía que habíamos llegado al final de la historia, entendido este concepto como el fin de la dialéctica, el capitalismo era el punto y final.
De alguna manera, en mayor o menor medida, la mayor parte de nosotros acabó por tragarse esta historia. Lo cierto es que desde esta perspectiva la conclusión es fácil: si ya hemos llegado a un mundo perfecto la transformación social carece de sentido. En esta forma de ver el mundo el compromiso social y político para cambiar la faz de una realidad injusta no tiene cabida, la injusticia y la desigualdad son una dato más de la realidad, eso es todo. En todo caso, herederos de las revueltas juveniles del 68, nos entregamos a una mera mejora de carácter individual.
Por otro lado, aparentemente de forma contradictoria pero al mismo tiempo encajado como dos piezas de un puzzle, continuamos enganchados al prejuicio de que las cosas sólo podían ir a mejor. De alguna manera hemos vivido cegados por la idea del progreso continuado y sin fin. Hemos participado de una visión teleológica de la vida y de la historia que nos ha sido transmitida desde todos los rincones de nuestra tradición cultural. La tradición judeocristiana con su idea de vivimos encaminados hacia una vida mejor que nunca alcanzaremos pero a la que nos acercamos poco a poco. La tradición procedente de la Ilustración y la Modernidad, que da origen a un gran número de filosofías desde el positivimo hasta el marxismo, que cree, de una forma bastante ciega, en la idea del progreso continuado e ilimitado.
Ahora nos hemos dado de bruces con la realidad. Lo alcanzado puede ser perdido. Los intereses de clase no han desaparecido. Los privilegiados no paran de maniobrar para mejorar sus posiciones sociales a costa de lo que haga falta. El resto de la población se encuentra perdido y sin referencias claras. La incertidumbre ocupa ahora el amplio espacio que antes ocupaba la certeza de nuestro éxito aparente ¿Cómo salir de esta situación?
Desde mi punto de vista no queda más remedio que volver a los orígenes de nuestra propia cultura. Por mi parte creo encontrarlos en la Ilustración y en los valores fundamentales que alumbraron las declaraciones universales de derechos del hombre y del ciudadano, la declaración de independencia de los EE.UU., las primeras constituciones democráticas. La libertad, la igualdad y la fraternidad han inspirado todos los avances de la historia social, han sido el motor del verdadero progreso de la humanidad, de la mejora de la convivencia humana. El Estado de Bienestar y dentro de él el Sistema de Servicios Sociales no son otra cosa que una concreción histórica de esa inspiración centenaria.
Creo que para afrontar el futuro hay que repasar seriamente nuestros principios, nuestros valores y nuestras convicciones. El futuro, si queremos que sea mejor que el presente y que deje de dar zancadas hacia un pasado superado, requiere de la recuperación de la voluntad de construir un espacio común de convivencia, de lo público y sobre todo de la igualdad y de la justicia social. En este marco vuelve a ser imprescindible el compromiso social y político por un proyecto común.
Muchas deben ser la mediaciones para conseguirlo. Desde el ámbito de los servicios sociales la Marea Naranja, que es una de las posibles concreciones de este espíritu, avanza por la geografía poco a poco, pero sin pausa. En mi tierra el próximo día 5 de noviembre, a las 17,30, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de Zaragoza, se va a celebrar el primer debate sobre el estado social de Aragón.
Creo que para afrontar el futuro hay que repasar seriamente nuestros principios, nuestros valores y nuestras convicciones. El futuro, si queremos que sea mejor que el presente y que deje de dar zancadas hacia un pasado superado, requiere de la recuperación de la voluntad de construir un espacio común de convivencia, de lo público y sobre todo de la igualdad y de la justicia social. En este marco vuelve a ser imprescindible el compromiso social y político por un proyecto común.
Muchas deben ser la mediaciones para conseguirlo. Desde el ámbito de los servicios sociales la Marea Naranja, que es una de las posibles concreciones de este espíritu, avanza por la geografía poco a poco, pero sin pausa. En mi tierra el próximo día 5 de noviembre, a las 17,30, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo de Zaragoza, se va a celebrar el primer debate sobre el estado social de Aragón.
Ese día se presentará un informe técnico en el que se va a poner en evidencia el actual deterioro de las condiciones sociales y de vida de los aragoneses. No quiero anticipar contenidos. El documento se colgará la mañana de ese mismo día en el blog de la Marea Naranja Aragón.
Durante esa tarde está previsto que participen y den su opinión los partidos políticos, las organizaciones sindicales, las entidades sociales, las entidades vecinales y de consumidores... Hay ganas de debatir, de participar, de no quedar impasibles ante lo que está pasando. Comienzan a confirmar su participación muchas personas y entidades.
A partir de ese día se va a abrir un proceso de unas tres semanas de duración para elaborar propuestas de resolución. Esas propuestas se debatirán y aprobarán en una asamblea de la Marea. Una vez aprobadas las llevaremos a las Cortes de Aragón y solicitaremos comparecer ante una Comisión.
Puede que esta entrada del blog pueda resultarte algo distinta a las demás, lo es y no lo es. No creo en el puro conocimiento y reflexión pasivo. El conocimiento, la reflexión nos lleva, de forma ineludible, al compromiso social y político. La ciudadanía es un derecho que se construye y se defiende, no una prebenda otorgada por el poder.
Otra de las formas que puede adoptar este compromiso es la denuncia. Por eso en el apartado de comentarios de esta entrada he incluido una carta de Teresa Zamanillo, catedrática emérita de la Escuela de Trabajo Social de la UCM, junto con otras compañeras, y que me ha solicitado que incorpore en el blog para su difusión en la que denuncian el cierre de seis puntos de encuentro familiar públicos y su sustitución por otros gestionados por la fundación Altius, depediente de los Legionarios de Cristo. Para leerla clica en el apartado comentarios.
La Comunidad de Madrid ha cerrado seis de los ocho puntos de encuentro familiar que utilizaban más de 850 familias para cumplir el régimen de visitas de los hijos menores fijados por el juez en los casos de separaciones conflictivas (…). Este servicio público se quiere poner en manos privadas de colectivos ideológicamente afines. Es el caso de Altius, fundación de los Legionarios de Cristo, que ha creado un punto de encuentro familiar (Pedro Jiménez, Cadena Ser, 1-9-2012).
ResponderEliminarCon este escrito, los trabajadores sociales queremos exteriorizar nuestra repulsa a los hechos que se derivan de la noticia arriba citada manifestando que:
• Un servicio que antes era gratuito pasa a ser privado como publicita un folleto de la Fundación nombrada: “El coste del servicio será abonado por cada una de las partes a partes iguales.”
• Una sociedad laica no puede aceptar que ningún servicio de intervención social sea regido por una organización eclesiástica que, por todo el mundo es sabido, ha sido denunciada por las prácticas pederastas de su fundador.
• El documento dice que este servicio “surge ante la necesidad de nuestra sociedad actual de elaborar estrategias y programas de apoyo a las familias en crisis”.
• Parecería que se trata de un servicio nuevo, cuyo fin es “velar por los intereses de los menores, constituyéndose en un espacio neutral al que acude voluntariamente la familia.”
• Este servicio no es nuevo; sustituye a los Puntos de Encuentro de la Comunidad de Madrid que existen desde hace mucho tiempo para responder a las situaciones de divorcio difícil.
• Asimismo, es imposible que sea neutral si es dirigido por asociaciones ideológicamente afines al Gobierno; y no puede ser voluntario pues el fin del mismo es cumplir con la sentencia judicial que propone el organismo jurídico competente.
Madrid 9 de octubre de 2012
Fdo. Teresa Zamanillo Peral
Catedrática Emérita, Escuela de Trabajo Social de la UCM
y varias firmas más.