Leer da sueños

El segundo número de la revista La Maleta de Portbou (página web aquí) abre en página 3 con una fotografía que me conmovió (a la izquierda de estas líneas). Una joven mujer africana, sentada sobre un montón de basura,  leyendo un libro que probablemente ha rescatado de kilos de desperdicios. Por su atuendo se deduce que está en su lugar de trabajo.

La imagen cobra otra dimensión si caes en la cuenta de que está sentada sobre lo que queda de los millones de productos que se venden gracias al reclamo de otras fotografías en las que otras mujeres han servido de objeto para incitar el consumo de enormes cantidades de inutilidades innecesarias, objetos tan redundantes como las dos últimas palabras y creados con la intención de hacernos creer que de esa forma somos más felices.

A los pocos días descubro en facebook, compartida por la página de Cálamo, mi librería de cabecera, otra foto que completa el sentido de la primera: "leer da sueños" (a la derecha de estas líneas): Una pintada en un mural, en medio de escombros y grafitis y, nuevamente, basura desperdigada en lo que parece ser tierra de nadie. Se mastica el mismo aire de desolación circundante que en la fotografía anterior. Nos asomamos a un paisaje de derrota urbana que rima, al menos en asonante, con el basurero rural de la primera. Ambas tienen colores apagados, ambas retratan ambientes aparentemente degradados; sin embargo en su centro contienen una luz que reclama la atención del observador, desde el centro de esas fotos salen puñetazos incruentos que le hablan a partes de nosotros que no suelen ser interrogadas, protegidos como estamos por nuestras corazas creadas ante el aborrecimiento que sentimos al descubrirnos anegados por la entristecida realidad circundante. Esas fotos tienen el poder de golpearnos donde nos duele la emoción. Las fotos son así,

Encuentro entre estas imágenes el cabo del hilo de Ariadna, una promesa de salida del laberinto. A ese hilo me aferro desde hace algún tiempo intentando descubrir su composición y su significado. Se acerca el solsticio de invierno, los días son cada vez más cortos, Zaragoza navega aislada bajo esa niebla persistente que nos visita cada invierno para ocultarnos que más allá hay una tierra en la que el sol llega a ser agradable incluso en esta época del año. La única ventaja de ese aislamiento, de ese frío, de esa acortamiento de las horas de luz que anuncian la pronta llegada del nuevo año, es que te invita a recogerte, a leer y a soñar despiertos.

Es tiempo de leer y soñar. Quizá sea simplemente eso lo que quería decir hoy y también que me niego a seguir dedicando saliva cibernética a criticar esos fantasmas que nos visitan todos los días y nos comen el tiempo además de la esperanza.

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