Y van cuatro

Llevo cuatro años echando de menos al poeta. Me quedo corto, siento que sería injusto con mi recuerdo emocional si lo dejara así. Hecho de menos a Labordeta, a su poesía pero también a su persona. El mundo que vivo es peor sin su presencia. Se podría decir esto de muchas otras personas a las que he conocido, quizá se lo diga a todas de esta manera. No conocí personalmente a Labordeta, por eso lo llamo así, ni José Antonio, ni "el abuelo", para mí es, simplemente, Labordeta. No puedo echarle de menos en lo cotidiano, pero sí que le echo de menos en lo más íntimo, ahí donde más duele, seguramente porque sus poemas me conmueven con una fuerza inusitada y se que ya no podré disfrutarlos con él, que no habrá otros nuevos. La muerte de un poeta es una tragedia porque se nos pierde una llave que nos conduce al otro lado. A una expresión distinta del ser. Algo que noto cada vez más necesario en medio de un mundo cada vez más prosaico, crudo y atento exclusivamente a las voces de...