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Mostrando entradas de enero, 2015

Empoderar o empoderarse

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Hace ya unos años que escuché por primera vez la palabra "empoderar". Como lingüista me sonó como un ladrillo lanzado a la cabeza, como Trabajador Social me sonaba ambiguo. El término venía más a sustituir que a complementar otros que aparentemente se encuentran en el mismo campo semántico como pueden ser los de liberación o emancipación. Poco a poco la palabra y el concepto que lo acompaña se han ido abriendo un hueco, lo cierto es que cada vez más grande, en el tejido social y especialmente en el ámbito de los Servicios Sociales y la Política Social.  "Empoderar" es un préstamo del inglés "empower". La RAE en su avance de la vigésimo tercera edición propone incorporarla al Diccionario con el significado de: "Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido". Entiendo que la palabra funciona de forma distinta si lo utilizamos en un contexto psicológico que si lo hacemos en otro sociológico o político, me referiré

¡Y lo que siga! Resumen de una legislatura

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¡Y lo que siga! La frase retumba en mi oído imaginario desde hace casi cuatro años, se abre paso desde los recuerdos infantiles, me vuelvo a ver en corro, la taba y la correa en el centro. El juego ha empezado, ya hay rey y verdugo, ya salió hoyo, ya llegó el recorte ¡y lo que siga! Después de cada padecimiento ¡y lo que siga! La hemos oído tantas veces que ya casi ni nos damos cuenta de que nos ha caído otra. Al principio todo fueron manifestaciones y gritos de protesta. Ahora nos reinstalan la cadena perpetua y como si tal cosa. ¡Y lo que siga! Y es que ya no tenemos miedo a perder el empleo, ¡y lo que siga! oí mentalmente aunque no llegara a entender si era porque ya no lo teníamos o porque ya nos habíamos acostumbrado ¡y lo que siga!    ¡Y lo que siga! Jaculatoria del poderoso cuando ejerce el liderazgo de forma omnímoda. Frase que resuena en las calles desde hace unos años. ¡y lo que siga! porque has sacado hoyo, tú te lo has buscado, haber sacado rey. ¡Y lo que siga! s

La trascendencia del tenedor

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Donde menos se piensa, salta la liebre. Eso es lo que vengo sosteniendo con persistencia maña desde que comencé a escribir este blog. Esta entrada va a ser buena muestra de ello, o eso creo yo, que nunca se sabe. Hoy voy a escribir sobre la trascendencia del tenedor. No es que me haya dejado llevar por el increible baño cotidiano de programas televisivos de contenido gastronómico. No, y menos en pleno periodo de propósitos de enmienda. No, hoy voy a hablar del comienzo del uso del tenedor y de la trascendencia sobre la forma de entender la convivencia. Si piensa que una cosa y la otra no tienen nada que ver o que como mucho tienen tanta relación como un huevo y una castaña le pido un mínimo de paciencia. Sucede que leyendo un pequeño librito del recientemente fallecido historiador francés Jacques Le Goff: (wikipedia español aquí ) La vieja Europa y el mundo moderno, (os ofrezco una breve reseña del libro al final de la entrada), me encontré con el siguiente texto y consiguie

Necesitamos espacios para el desenchufe

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Escribía el filósofo coreano Byung Chul Han  que la paradoja en la que vivimos con la creciente digitalización de las relaciones es que creyendo estar cada vez más cerca, lo que estamos es cada vez más lejos. La cercanía entre las personas exige la creación de espacios comunes, pero de forma aparentemente sorpresiva para poder hacerlo es necesario crear una distancia palpable que visualice el respeto a la esfera personal de cada uno.  La distancia física que históricamente intentó solventarse a través del correo o el sonido de la voz transmitido a través de los cables telefónicos no llevaba a engaños. Sabías que estabas ante un sucedáneo.   En las nuevas formas digitales de relacionarnos nos parece que estamos muy cerca, que estamos con los demás tantas veces como queramos y, además, con inmediatez. Pero en esta nueva forma de comunicarnos pasa algo fundamental: dejamos de mirarnos a los ojos y, por lo tanto, dejamos de vernos, de reconocernos; al desaparecer la mirada del otr