Hoy ha sido un día duro...

Hace algunos meses que en las diferentes redes sociales en las que participo es frecuente que encuentre esta frase "hoy ha sido un día duro, muy duro..." En esos comentarios se hace referencia a las noticias de los recortes del día, a la desesperada situación de personas a las que atendemos en los servicios sociales; también a amigos y familiares.

Hace también un tiempo que llevo pensando en un factor que me llama la atención del actual marco de protestas y reivindicaciones contra los recortes. He comenzado varias veces una entrada al respecto y he acabado por no atreverme a publicarla. La he guardado como borrador y al final la he acabado eliminando. Se trata de la idea, creo que acertada pero puede que me equivoque, de que las actuales protestas y movimientos de defensa del Estado de Bienestar son las más prosaicos de la historia (entendiendo por prosaico las primeras acepciones recogidas en el Diccionario de la RAE: "perteneciente o relativo a la prosa") Vamos que nos falta poesía, nos falta música, nos falta canción. En los anteriores movimientos de protesta, propios y extranjeros, los músicos han acompañado los movimientos revolucionarios: Los cantautores españoles: Raimon, Lluis Llach, Serrat, Labordeta. Los cubanos: Silvio y Pablo. Los norteamericanos: Joan Baez o Dylan. We Shall Overcome cantado con tono afroamericano. Miriam Makeba en Sudáfrica. Y suma y sigue. Si nos vamos hacia el pasado se puede encontrar todo un cancionero vinculado a nuestra Guerra Civil, a la Segunda Guerra Mundial y ni que decir tiene que yendo todavía más atrás, encontramos grandes himnos colectivos como la Marsellesa o la Internacional.

Los actuales movimientos de protesta no vienen acompañados de música, de lírica... ¿Será por eso que nos cansamos tanto...? Es sólo una suposición.

No se hasta que punto puede ser verdad, puede ser una hipotesis, pero tal vez ahora sintamos menos el nosotros y más el yo. Es una característica de la cultura "post", que no es necesariamente negativa pero es así. Los grandes himnos del pasado son himnos "nosotros", canciones que ayudan a sentir lo que de colectivo y común tiene la lucha y el objetivo. En las nuevas letras abunda el "yo". Por poner un ejemplo os dejo con la preciosa canción de ZAZ, una cantautora francesa que anima el momento, y que se titula "Je veux" (yo quiero) (está subtitulada en español) (Por cierto, antes de seguir, me encanta ZAZ)



Una canción "yo" nos inspira, nos gusta, apoya nuestra posición personal, pero es difícil que acabe convirtiéndose en un himno que aglutina emociones y pensamientos colectivos  La canción de ZAZ critica el mundo y reivindica la autonomía personal, el no dejarse llevar por la corriente, pero no crea un nosotros que tenga la voluntad común de cambiar eso. El relato creado es personal, no colectivo, no común.

Hace un tiempo que llevo pensando en esto. Los nuevos heroes y heroínas de la literatura actual son héroes que luchan contra el actual estado de cosas, contra las estructuras sociales y la hipocresia, desde una postura completamente personal, desde la desconfianza total en cualquier estructura social existente, contra cualquier posibilidad de colectivo general, en todo caso desde el pequeño clan. Se me ocurre el ejemplo de Lisbeth Salander, la heroína de la saga Millenium de Stieg Larrson. Acabo de consultar la wikipedia y viene a decir que Larsson cuando imaginó su personaje pensó en cómo se desenvolvería en la sociedad actual una Pippi Calzaslargas de mayor. Lisbeth Salander es una heroína contra todo que no se fia de nadie (iba a decir que ni de su padre, pero teniendo en cuenta la trama de la trilogía me ha parecido poco procedente ;) )Una heroína que acaba triunfante. Una heroína "jacker" el nuevo modelo de pelea moral de la que habla Manuel Castells en sus libros. Una pelea personal, por motivos personales (no egoista, no confundir). Pippi Calzaslargas era una niña que no necesitaba adultos para desempeñarse con éxito en la vida y vencer a cualquier enemigo. De hecho ayuda a su propia padre. Lo puedo todo ella sola. Algo de eso hay en Salander, y algo de eso hay en la cultura "post" que nos envuelve aún sin darnos cuenta.

Esta pelea "yo" es muy cansada. Se produce bajo el signo del mito de Sísifo. Ese personaje mitológico castigado por los dioses a tener que levantar continuamente una piedra hasta la cima de una colina y que justo antes de llegar vuelve a rodar hacia abajo. Dicen los estudiosos de la mitología griega que no está claro la causa del castigo de Sísifo. Tampoco nosotros tenemos clara la causa de nuestro castigo. Tal vez sea que tenemos un exceso de yo incluso en la pelea colectiva.

Estoy de acuerdo con Pierre Rosanvallon en que cualquier forma de concretar hoy el valor de la igualdad pasa por tener en cuenta en su concreción la singularidad. Pero seguramente hay que recuperar un poco de nosotros, de común, de colectivo sin desintegrar el propio yo, ni los propios proyectos.

Hoy vivimos un rechazo general a las estructuras sociales asentadas, a los sindicatos, a los partidos.... Se vuelve a preferir la asamblea y la plaza. No las critico. Han sido y son necesarias como formas de reacción, como toques de atención, como llamadas insobornables ante la deriva de las cosas, como reacción a lo que no gusta, como reacción a la apropiación del nosotros democrático. ¿Cómo combinar la representación y la singularidad? Tal vez desentrañar esta pregunta sea imprescindible para encontrar el nuevo equilibrio entre los proyectos singulares y los colectivos, si no somos capaces de encontrar una respuesta a las formas en que las personas concretas pueden participar en las estructuras de representación social del nosotros va a resultar difícil que podamos salir del actual empandullo en el que nos encontramos.

Al hilo de esta reflexión he recordado una canción que sirvió de lanzamiento de la Marea Naranja hace ahora, más o menos, un año. Es una canción que incorpora claramente la "singularidad" y el "yo" de cada cual y el "nosotros" colectivo. De hecho tiene estrofas "yo" y estribillo "nosotros" (analizado a vuela pluma, digamos que en este análisis de urgencia y bloguero no he profundizado en su esta hipótesis es del todo cierta, aunque me parece más que sugerente)
 
Tal vez, sólo tal vez, si recuperamos algo del nosotros, del común, de lo público, nos sintamos menos cansados y solos tras los días duros que nos quedan por vivir y creemos la esperanza necesaria para volver a levantar la piedra hasta la cima de la colina. Eso sí, esta vez no hay que dejarla caer. Creo que hay que recuperar las organizaciones como herramienta de lucha común, como reposo en lo colectivo de las peleas singulares. Eso sí. Esas organizaciones ya pueden avanzar en abrirse a la participación, en encontrar formas de permitir la expresión de la singularidad, formas en que la representación no excluya la opinión y el disenso. Si no seguirán sin servir a los nuevos ciudadanos del siglo XXI

Os dejo con "Mensajes del agua" de Macaco.

Comentarios

  1. Qué buenísima entrada Joaquín. Lo del mito de Sísifo me ha encantado. Voy a intentar profundizar en lo que dices en mi entrada de este viernes porque yo ya le venía dando vueltas a esto. Creo que ese YO del que hablas tan acertadamente aplasta al NOSOTROS. Si lo que YO quiero no es lo que NOSOTROS acordamos no prevalece el NOSOTROS, prevalece el YO. De ahí tanto activista que salta de un colectivo a otro, creo que hay muy poca responsabilidad colectiva. Los colectivos tradicionales nos han fallado y por tanto no tengo que dar cuentas ante nadie. De todas formas voy a intentar seguir tu hilo en mi blog...

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  2. Buen tema para la reflexión Joaquin. El yo nunca gana al nosotros, a pesar de los intentos de muchos "Yos" que quieren imponer en nombre de nosotros. Y si al nosotros unimos esa música y lírica de la que hablas creo que se ganarían muchas más plazas.

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  3. Gracias compañeras. Es curioso lo que sucede con las entradas. Esta la fui escribiendo sobre la marcha, tomando materiales desechados en otras y descubriendo según escribía un contenido inesperado y no previsto. ¿Os pasa eso mismo a vosotras?

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