Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temores (Zygmunt Bauman)

Zygmunt Bauman
“Titanic somos nosotros, es nuestra triunfalista, autocomplaciente, ciega e hipócrita sociedad, despiadada con sus pobres, una sociedad en la que todo está predicho salvo el medio mismo de predicción (…) Todos suponemos que, oculto en algún recoveco del difuso futuro, nos aguarda un iceberg contra el que colisionaremos y que hará que nos hundamos al son de un espectacular acompañamiento musical (…)”


Esta es una frase que escribió Jacques Attali en un artículo publicado en Le Monde el 3 de julio de 1998 y que recoge Zygmunt Bauman (wikipedia aquí) en la introducción de su libro Miedo líquido. No se si a tí, pero a mi me parece premonitorio. Ese perfil premonitorio es una característica que ha acompañado la lectura del libro de Bauman que voy a comentar en esta entrada.


Creo que es importante señalar ese aspecto porque (como me recordó un buen maestro y amigo Angel Sanz al leer alguno de mis escritos) diferentes intelectuales, también economistas, advertían del peligro del acercamiento de una importante crisis económica.


Por eso hay que señalar que Bauman escribió su libro en 2006 en el final de la magnífica fiesta que vivimos, cuando todavía no habíamos aceptado colectivamente que la nueva fe de la humanidad, la nueva economía que predicaba el fin de los ciclos económicos, estaba desnuda. Cuando creíamos con fervor que la economía había olvidado sus tradicionales altos y bajos y cuando sólo quedaba por delante un horizonte de continuado y equilibrado crecimiento económico. No estoy exagerando. Basta con leer los libros de los gurús de la nueva fe laica o simplemente algunos ejemplares de los diarios salmón.


Parece que hemos chocado con el iceberg, puede que nos hundamos o que no, pero hay muchos otros grandes icebergs esperando a la vuelta de la esquina. El miedo se apodera de nosotros: cambio climático, incapacidad de los Estados nación para abordar los retos de la globalización o incluso su legitimación asegurando unos mínimos de seguridad social a sus ciudadanos, la crisis económica, el cambio del poder geopolítico, la escasez de recursos básicos para todos (desde los que producen energía a los más simples, el agua sin ir más lejos)...


De todo esto, y de las formas en que aborda nuestra actual cultura los peligros, los riesgos, las incertidumbres, los miedos en general, trata el libro de Bauman en el que se centra esta entrada.

Portada del libro en la edición
consultada.
Como he dicho de otros libros que he comentado anteriormente, había intentado leer este texto cuando lo compré hace cinco años. No era el momento y no pasé de las primeras páginas. Los ensayos o los libros de pensamiento y divulgación científica o filosófica requieren de su momento. Y ahora lo he encontrado. me interesaba mucho el tema del miedo y de hecho los que seguís el blog sabéis que me ocupa.

Por otro lado he de reconocer que Bauman no me atrajo en un primer momento. La insistencia en la idea de la liquidez me pareció, de una forma un tanto irreflexiva demasiado repetitiva y, no se porqué, poco atractiva. Son cosas que se nos meten en la cabeza, prejuicios...Sin embargo una vez que he entrado en la lectura con verdadero interés me ha cautivado. Me ha gustado mucho, me ha sugerido ideas interesantes. De hecho su reflexión sobre la liquidez del mundo actual me ha resultado muy inspiradora. ¿Qué otra cosa se puede pedir de un libro?

El Miedo Líquido fue publicado en ingles en 2006, su traducción es de 2007. Tiene 231 páginas y es un libro exigente pero no imposible en su lectura (ya he comentado que en mi caso dependió del interés por la temática). Dividido en seis capítulos de unas treinta páginas cada uno: el terror de la muerte, el miedo y el mal, el horror de lo inmanejable, los terrores de lo global, hacer aflorar los miedos y pensamiento contra el miedo.


No quiero extender mucho más la entrada, por eso simplemente unas citas que me han resultado interesantes:
 “Las fábulas morales de antaño hablaban de recompensas que aguardaban a los virtuosos y de los castigos que se preparaban para los pecadores. Gran Hermano y el rival más débil y otros muchos cuentos morales similares que hoy en día se ofrecen a los habitantes de nuestro mundo moderno líquido (y que estos absorben ávidamente) ponen de relieve verdades distintas. (…) el castigo pasa a ser la norma, y la recompensa, la excepción. Los ganadores son aquellas personas que han logrado ser eximidas de la sentencia de expulsión universal. (…) los vínculos entre virtud y pecado, de un lado, y entre recompensas y castigos, del otro, son  tenues y caprichosos(…) Estos cuentos morales cuentan que los golpes nos alcanzan aleatoriamente, sin necesidad de motivo, ni de explicación. Nos dicen también que no existe relación entre lo que los hombres y mujeres hacen y lo que les sucede” (Bauman 2007, 44)
“La lección más devastadora en el terreno moral de Auschwitz, de los gulags o de Hiroshima no es que podríamos ser recluidos en cualquier momento tras una alambrada de espino o conducidos en masa a las cámaras de gas, sino que (dadas las condiciones apropiadas) podríamos ser nosotros los vigilantes de los campos de concentración y los que introdujéramos los cristales blancos venenosos en los conductos de las chimeneas de las cámaras” (Bauman 2007, 89)
“El ahondamiento de la desigualdad no es un efecto secundario accidental (…) de unas determinadas empresas en las que nos hayamos enbarcado temerariamente y sin necesidad (…) como tampoco es producto de un mal funcionamiento –lamentable, pero subsanable- de un sistema que, en esencia, es bueno. Se trata, más bien, de un elemento inseparable de una determinada concepción de la felicidad humana y de la comodidad de vida, así como de la estrategia que viene dictada por dicha concepción” (Bauman 2007, 99)
 “La guerra moderna contra los temores humanos parece producir más bien una redistribución social de estos que una reducción de su volumen” (Bauman 2007, 108)
 “La idea de riesgo reafirma de forma indirecta y tácita la presunción de la existencia de una regularidad esencial en el mundo. Sólo sobre ese supuesto es posible, en principio y por su propia definición, calcular los riesgos, y sólo si se sostiene ese supuesto, puede intentarse – con cierto éxito- minimizarlos (…) Sin embargo, el mundo “negativamente globalizado” no es así (…) los que convierten a nuestro mundo en vulnerable son, principalmente, los peligros de la probabilidad no calculable (…) los peligros que son no calculables por principio surgen en un escenario que es irregular por principio (…) Son las incertidumbres de siempre, pero con otro nombre” (Bauman 2007, 128)
“El futuro de la democracia y la libertad sólo puede ser asegurado a escala planetaria” (Bauman 2007, 166) 
Y por última, recuerdo que el libro está escrito antes de la actual crisis económica:
“las políticas basadas en la creación de seguros comunitarios frente al infortunio individual, que en el transcuros del pasado siglo conformaron colectivamente lo que se dio en llamar el Estado social (del bienestar) están siendo hoy retiradas, rebajadas por debajo del nivel necesario para validar y sustentar la confianza en la seguridad, y ya no se espera de ellas (y menos aún se confía) que sobrevivan a la siguiente ronda de recortes.
En un resumen de las tendencias más recientes, Neal Lawson parecia que el Estado “pasa a ser un siervo de la economía global”
 “Como ya no hay nada más a lo que recurrir, es probable que las personas acaben renunciando a la noción de colectivismo en su conjunto (…) y echen mano del mercado como árbitro de la prestación de bienes y servicios.Y los mercados, como es bien sabido, actuan en un sentido muy distinto al de las intenciones del Estado social: el mercado prospera cuando se dan condiciones de inseguridad; saca buen provecho de los temores humanos y de la sensación de desamparo” (Bauman 2007, 175)
 Video de 53 minutos que recoge una entrevista en la que Bauman desarrolla la idea de la modernidadre líquida de Radio Holanda en español.



Comentarios

  1. A mí, personalmente, cualquier iniciativa o reflexión en la ande metido Joaquín Estefanía, me produce pavor.

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    1. A mí, personalmente, culaquier comentario que prioriza sus gafas de ver en las que incluye sus inexorables categorizaciones experienciales personales, viendo fantasmas "estefaníos" donde no los hay, y que no sepa abstraerse de su ego, para calzarse como gafas unas bien telescópicas, donde el foco esté situado en lo más alto para poder ver todos los escenarios, sin ánimo analítico ni axiomafílico, sino por el deber ver más allá de lo que nos dicen que se debe ver y que no sepa mostrar respeto por quienes nos lo tratan de comunicar, me parece un comentario sobrado, ebrio...

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