La metáfora de la igualdad como una carrera.

Vengo manteniendo la idea de que hemos dejado de pensar y hablar de la igualdad, pero en el fondo es posible que no sea del todo así. Quizá el problema es que le vamos poniendo apellidos al concepto y cuando estamos hablando de igualdad acabamos utilizando la expresión igualdad de oportunidades.

En realidad este es un concepto que nos remite inmediatamente a una carrera de atletismo. Si todos partimos de la misma línea de salida, todos tenemos las mismas oportunidades, es justo que el que llegue primero al final de la carrera se quede con el premio. Estamos ante una justicia distributiva. (que no redistributiva) Cada uno se queda lo suyo según su mérito y esfuerzo. Incluso suena bien. ¿O no?
El problema, y coincido con Rosanvallon (ver entrada anterior aquí) y con Dubet (entrada anterior aquí), es que este concepto se ha radicalizado y convertido en ideología. Rosanvallon lo expresa así: (la traducción es personal)

La competición deportiva es, de hecho, una especie de teatro en el que se representa la igualdad de oportunidades. De esta forma se mantiene su espíritu y se difunden los valores.(…)
La forma en que se está interiorizando esta metáfora deportiva de la igualdad de oportunidades ayuda a comprender el amplio espacio que está ocupando en nuestra sociedad el modelo de competitividad generalizada y el modelo de igualdad radical de oportunidades en el mundo social, así como su configuración como ideología
Al hilo de esta reflexión me pregunto si el aluvión de información deportiva diaria que nos tenemos que tragar en todos los medios de comunicación no tendrá que ver, aunque sea de refilón, con la necesidad que el sistema actual tiene de que interioricemos s esta metáfora.

Lo cierto es que no todo el mundo que está hablando de igualdad de oportunidades está pensando exclusivamente en ese concepto ideologizado por los ultraliberales que entiende que el que gana la carrera tiene derecho a llevárselo todo sin más. A muchos eso les parece un auténtico disparate por más que cada vez muchas personas y muchos políticos lo defiendan sin ambages. Compartiendo una visión exclusivamente meritocrática muchos entienden que esto no es suficiente, que a esto hay que ponerle algún tipo de límite, que no acaba de ser justo.
En mi propia lectura de las reflexiones de Rosanvallon entiendo que podemos encontrar cuatro grandes formas de reflexionar en torno al concepto de igualdad de oportunidades.
  • La igualdad legal de oportunidades. Forjada en el mismo periodo revolucionario del siglo XVIII y que hace referencia a la supresión de todos los privilegios. Se trata de la versión mínima. En la carrera de la vida se trata de tener en cuenta los diferentes talentos. El problema de este punto de vista es que olvida las desigualdades socioculturales de partida. Lo cierto es que en nuestra propia sociedad, cuando ves los diferentes tratos que reciben las personas ante la Justicia, te planteas seriamente si siquiera hemos alcanzado este nivel de igualdad.
  • La igualdad institucional de oportunidades. En este caso se trata de tener en cuenta esas diferencias socioculturales de partida. La igualdad entendida desde este punto de vista se centra en la creación de Instituciones que garanticen la igualdad de oportunidades. Un ejemplo claro es la escuela republicana. Se trata de construir un medio artificial, alejado en lo posible del seguimiento de las reglas sociales imperantes, en el que las personas puedan desarrollar sus capacidades Desde esta perspectiva la escuela, si es capaz de crear un espacio en el que desaparezcan las diferencias sociales de la calle, si trata a todos los niños por igual y si desarrolla las capacidades innatas de los niños, alcanzará el ideal igualitario. Los talentos personales emergerán en este espacio y la carrera será igualitaria. El problema es que este modelo peca de exceso de optimismo y sigue sin poner en cuestión el hecho de que los medios originales de partida son distintos y, por lo tanto, lo son los resultados.
  • La igualdad correctora de las oportunidades. Desde este concepto se trata de encontrar herramientas que busquen corregir y compensar algunas dificultades que afectan a determinados grupos o individuos, un ejemplo de este punto de vista pueden ser algunas de las actuaciones a favor de los discapacitados. En este concepto se fundamenta buena parte de la reflexión contemporánea sobre el problema de la igualdad en la actualidad y las prácticas más progresistas de nuestra sociedad. Se trata de buscar intervenir a través de una serie de medidas correctoras en el capital humano, en los derechos y bienes materiales, en las capacidades. Se trata de intentar compensar las condiciones de partida de la carrera. El mayor problema de esta perspectiva es que no pone en cuestión la metáfora  de la carrera..
  • La igualdad estadística de oportunidades. En algunas ocasiones y circunstancias, cuando nos hemos dado cuenta de que con las anteriores medidas todavía hay situaciones y grupos que no alcanzan unas medidas de igualdad meritocrática mínima se opta por buscar soluciones meramente estadísticas intentanto garantizar un porcentaje mínimo o proporcional de puestos relevantes para determinados grupos sociales (discapacitados, mujeres...)
El problema, que simplemente dejo esbozado, es que continuamos pensando en el modelo exclusivamente meritocrático. Seguimos atrapados por la metáfora original de la carrera. Seguimos pensando que el reparto y la distribución de los puestos y la riqueza debe realizarse de acuerdo con un modelo competitivo, a través de la estandarización de una carrera personal y profesional. Creemos, al menos de hecho, que sólo a través de un sistema competitivo podemos distribuir con justicia la riqueza. ¿Es esto así? ¿Nos basta? Creo que no. Creo que debemos salir de ese esquema puramente competitivo y buscar la respuesta de otra forma o, al menos, tener en cuenta, aunque sea parcialmente, otras formas de entender el valor de la igualdad.

Dubet sugiere una metáfora distinta que ha formado parte de la tradición cultural de la izquierda desde sus orígnes y que está en franco desuso, la metáfora de la sociedad como un organismo, como un cuerpo vivo. En esta metáfora todos formamos parte de un todo y el organismo no puede funcionar correctamente si cada una de sus partes no recibe la parte de riqueza que necesita para un desarrollo armónico del cuerpo. Desde esta perspectiva se entiende que es lógico que haya diferentes posiciones sociales, y diferentes remuneraciones por los empleos, pero se entiende que no es lógico para la supervivencia del organismo que las diferencias sean extremas, como lo son en la actualidad.

Queden, pués, esbozados estos conceptos a los que pretendo seguir dándoles vueltas. Agradeceré tus comentarios y sugerencias ya que entiendo que este es un tema muy abierto en el que camino buscando. Así que te invito a dejar tu comentario aquí mismo en el blog o si lo prefieres a través de la página del blog en facebook a la que accedes Aquí

Comentarios

  1. Debería existir una igualdad de mínimos para garantizar la supervivencia digna de cada persona: alimentación, vivienda, salud, educación...y a partir de ahí, el que quiera ganar competiciones que se ponga a correr. Pero hay que dejar vivir en paz al que quiere pasar por la vida caminando y cuidando de los que gustosamente van su lado,a la vez que disfuta y respeta el pasisaje.

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  2. Estoy de acuerdo. Gracias por el comentario.

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  3. Siguiendo tu metáfora de la carrera, me viene también la imagen de las carreras de obstáculos donde desde el modelo meritocrático al que haces referencia, la igualdad se relega a un segundo plano, llegando a meta el que mayor resistencia, velocidad y habilidad tiene.Y por otro lado visualizo la carrera de relevos, compartiendo esfuerzos y celebrando triunfos con una concepción de la igualdad más solidaria.
    No cabe duda que has abierto el camino a un apasionante ejercicio de reflexión. Enhorabuena.

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