Pobreza bancaria

Por desgracia en los últimos años han aparecido realidades socioeconómicas desconocidas u olvidadas hace decenios, al menos en la dimensión que están ocupando. Estoy hablando de la pobreza energética, el plurideshaucio, las dificultades para realizar tres comidas diarias o mantener una dieta mínimamente equilibrada, la imposibilidad de adquirir materiales escolares, etc, etc.

En las últimas semanas he podido comprobar que existe otro fenómeno vinculado a los anteriores pero no menos grave y que me resulta especialmente sangrante por cuanto está relacionado con el sector bancario al que hemos tenido que salvar con gran esfuerzo del conjunto de la sociedad y también, de forma directa e indirecta, de las personas que han venido a conformar esa nueva categoría social que es el precariado.

En esta entrada pretendo únicamente apuntar el problema, sacarlo a la luz. Puede que haya estado despistado pero no he visto reflexiones, referencias o denuncias al respecto. Quizá por eso, porque estoy seguro de que much@s compañeros de los Servicios Sociales conoceréis de primera mano el tema, me decido a realizar una apresurada denuncia de una situación que entiendo injusta y sobre la que deberíamos iniciar una reflexión de cara a realizar propuestas de cara al futuro inmediato. Soy consciente, por la premura de tiempo, de que me faltan datos y referencias, pero espero que la reflexión merezca la pena o al menos sugiera el debate.

Creo que antes de explicar exactamente lo que sucede conviene tener en cuenta que en los últimos 40 años se ha venido produciendo un continuado proceso de bancarización de nuestra vida cotidiana. Por ejemplo recuerdo haber ido a cobrar la pensión de mi abuelo a la oficina bancaria (el no podía por su edad y porque estaba ciego y me firmaba una autorización para que pudiera ir yo) Una tarde al mes se abría la oficina en la que un empleado iba pagando la pensión a las personas que hacíamos fila para cobrar. Pese al evidente gasto generado a nadie se le ocurría cobrar una comisión al pensionista.

Es evidente que resulta mucho más económico y cómodo recibir ese dinero mensualmente en una cuenta corriente. Lo mismo ha sucedido con las retiradas de efectivo que ahora se hacen en los cajeros automáticos. Antes se retiraban las cantidades en ventanilla. Ahora si lo quieres hacer en las mismas, las entidades bancarias restringen el horario e incluso la cuantía de los reintegros, te dirigen directamente a los cajeros automáticos donde debes utilizar una tarjeta de débito.

Al principio todos estos servicios bancarios resultaban gratuitos para todo el mundo. El enorme número de entidades financieras y la función social que cubrían las Cajas de Ahorro que ocupaban más de la mitad del mercado, facilitaban que esto fuera así.

La crisis económica ha acabado por desencadenar unas consecuencias que se adivinaban pero que no habían llegado a completarse. Lo que comenzó siendo gratuito ahora es de pago. Es cierto que los buenos clientes, los que tienen unos ingresos recurrentes mes a mes, especialmente si estos superan determinadas cantidades, encuentran ofertas bancarias que hacen gratuitas todas estas gestiones, incluso hay entidades que pagan porcentajes de las cuantías que abonan en forma de pago de recibos de determinado tipo de  factura.

El problema lo tiene ahora las personas que no tienen ingresos recurrentes. Si quieren abrir un cuenta bancaria o disponer de una tarjeta con la que sacar dinero de los cajeros tienen que pagar comisiones bancarias. Me podrás decir que las cantidades no son muy elevadas. Es cierto, las comisiones de mantenimiento suelen ser de unos 60 euros anuales y las de las tarjetas de unos 15 euros anuales. No es mucho, pero es un porcentajes elevado para personas que apenas tienen ingresos. El problema se agrava cuando algunas de estas personas que no cuentan absolutamente con ningún ingreso continuado, que incluso no necesitan porque no tienen nada de lo que disponer, tienen que abrir una cuenta bancaria para cobrar una prestación económica de los Servicios Sociales.

Como Tod@s sabemos en ocasiones esa prestación no se concede, o si se concede cuando llega han pasado varios meses. Incluso en las renovaciones de algunas de estas prestaciones puede haber un intervalo entre dejar de cobrar y volver a hacerlo. En esos periodos, al carecer de ese ingreso continuado, se incurre en la obligación de pagar una comisión. Como la cuenta está a cero esa comisión genera un descubierto que a su vez provoca una deuda, que por supuesto produce unos intereses de mora que suelen ser muy elevados por no decir directamente usureros, la pequeña cantidad va engordando y cuando esa persona acaba cobrando sus 400 euros (es un decir), si los cobra, ve como una parte de esa cantidad va a parar a las arcas de la entidad bancaria que, que yo sepa, no ha hecho otra cosa que mantener un apunte contable en una memoria de un ordenador.

Que queréis que os diga. Me resulta escandaloso. Y me lo resulta por varios motivos. Porque algunas de esas entidades se supone que mantienen una obra social, aunque sea a través de una fundación, y presumen de realizar una labor social. Porque otras de esas entidades han sido rescatadas con el dinero de tod@s y con los recortes que provocan el sufrimiento de estas mismas personas. Porque otras de esas entidades sacan pecho con sus políticas de Responsabilidad Social Corporativa.

Posiblemente conviniera estudiar la situación legal de esta realidad y del cobro de estas comisiones y reflexionar seriamente sobre la conveniencia de regular legalmente el derecho de los ciudadanos a disponer, ya que parece que se nos obliga legalmente a disponer de una cuenta, de una primera cuenta corriente bancaria sin comisiones desde la que se pueden realizar gratuitamente imposiciones y reintegros. 

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