Educación para la ciudadanía y "religionización" de la política.

Viñeta de El Roto.
En estos días ha saltado la polémica respecto a la eliminación de la asignatura "educación para la ciudadanía". ¿Por qué molesta tanto que el Estado se encargue de educar a los futuros ciudadanos sobre todo lo que rodea al concepto de ciudadanía?

He buscado por internet y he encontrado un documento firmado por Benigno Blanco y Raúl García del Foro Español de la Familia, de julio 2007, que recoge el argumentario por el que rechazaban la creación de la asignatura. 

Un blog no da de sí para demasiadas profundidades. En el documento citado hay varios elementos recogidos en el Real Decreto que regula la asignatura que son motivo de escándalo para los redactores. Me voy a detener sólo en el primero.
“La dimensión ética de la competencia social y ciudadana entraña ser consciente de los valores del entorno, evaluarlos y reconstruirlos afectiva y racionalmente para crear progresivamente un sistema de valores propio y comportarse en coherencia con ellos al afrontar una decisión o un conflicto”. (Anexo I RD) 
Sinceramente cuando lo leí no sabía cual era el problema. Se trata de ayudar a los jóvenes a analizar, pensar y valorar por sí mismos. A ayudarles a construir su propia personalidad. Recordé rápidamente la sensación de extrañamiento de la que habla George Lakoff en su libro No pienses en un elefante (reseña en el blog aquí) ante la escala de valores y formas de entender el mundo de los que lo hacen de una manera distinta a la tuya. ¡Qué raros son estos tipos! Pero no podemos quedarnos ahí.

De acuerdo con Lakoff lo que hay detrás de ese mundo de valores es mucho más. Es toda una concepción de ordenación del mundo, de interpretación de la vida y de organización de la política y de la convivencia. Entender porqué los neoconservadores piensan como piensan, conocer sus valores, es muy importante para poder entender porqué están ganando la batalla cultural 

Para los redactores del documento este objetivo de la asignatura choca con su interpretación del artículo 27.3 de la Constitución que dice:
 "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones."
Lo que genera escándalo es que los jóvenes puedan formarse una opinión propia al margen de lo que opine su familia. Es la autoridad de los padres la única referencia moral y ética que los jóvenes pueden tener en su vida. El Estado debe permanecer ajeno. Sin duda esta idea entronca con los valores del neoconservadurismo.

He analizado el modelo de familia propuesto por el neoconservadurismo (ver entrada aquí) y por lo tanto no me voy a extender en él. El citado Lakoff basa su análisis de la realidad actual en torno a los valores generados en torno al concepto de familia. Los neoconservadores basan su moral en el concepto de autoridad. Son los padres los que deben guiar a sus hijos por la vida desde la idea de que los niños nacen "malos" y hay que enderezarlos con sometimiento a las normas, preferiblemente religiosas. Hay que hacer lo que hay que hacer y no hay otra alternativa. Lo contrario es desorden y disolución moral.

Esa prevalencia de la moral religiosa en la vida privada y guía para las actuaciones sociales y política están tomando cada vez más importancia en la vida política no sólo occidental sino global. Así lo analiza Zygmunt Bauman en Miedo líquido.
Zygmunt Bauman
"En un planeta como el nuestro, que se globaliza a pasos acelerados, la "religionización" de la política, de las reivindicaciones sociales, de las batallas por la identidad y el reconocimiento parece haberse convertido en una tendencia global" (pag 148)
Bauman escribe estas líneas en 2005. Habla del neoconservadurismo, de la islamización, de las nuevas tendencias de la jerarquía católica. Hoy en día podríamos añadir al tea party .

Ante el miedo que genera el futuro y la situación actual de crisis, de acuerdo nuevamente con Bauman:
"Lo que ofrecen a sus conversos potenciales no es más que una versión abierta y descaradamente "deslaicizada" de las tentaciones totalitarias que han acompañado a la historia moderna desde su inicio y que fueron probadas con especie celo y espectaculares efectos por los movimientos comunistas y fascistas de siglo que acaba de terminar"
Creo que la  intuición de Bauman es acertada. La situación actual recuerda demasiado a la de entreguerras del siglo pasado como para dejar de estar vigilante a las formas nuevas que pueda adoptar la tentación de buscar soluciones totalitarias.

Pero yendo más allá. Lo que hay de fondo es una religionización de la política. Se pretende imponer como social una única moral religiosa y un único modelo de familia basado en la autoridad. Por eso ese empeño en impedir que la escuela enseñe ética o a pensar por sí mismo. Este criterio socava la autoridad bajo la que el futuro ciudadano debe formarse. El criterio ético básico es la obediencia. Todo lo demás es desorden y disolución.

La historia del siglo XX es la historia del fracaso de determinadas interpretaciones de la modernidad. Es el siglo  del fracaso de los totalitarismos laicos del siglo XX y, en cierta manera el fracaso de la Razón para encontrar la guía superadora del miedo a la oscuridad. Las luces de la Ilustración se apagaron en Auschwitz. La interpretación posmoderna de la vida y la sociedad, crítica con todo relato teleológico de la realidad, enterradora de las principales intuiciones de la modernidad, con su propuesta de pensamiento débil y de la fragmentación como única forma de entender la realidad, ha abierto la puerta a una vuelta atrás en el tiempo. Si la razón no sirve, si no hay relato, el único relato existente ocupará el espacio. En ese magma surge  el riesgo de la aparición de un nuevo totalitarismo de corte pseudo-religioso que ofrezca seguridad en el futuro. Su propuesta vuelve a ser la obediencia a la autoridad. En los tiempos que corren la nueva autoridad es el binomio dios y mercado, mercado y dios. Habrá que resistirse.

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