¡Qué pena más grande vivir en los prefijos!

Siempre que oigo el nombre del poeta Pedro Salinas me viene a la mente un verso, no se muy bién por qué. Lo cierto es que me viene no sólo cuando escucho el nombre del poeta, sino que me viene más a menudo. como sin quererlo, como por casualidad; digamos que se quedó atascado en alguna sinopsis neuronal. Es un verso de amor, en un poema de amor, en un libro de poemas de amor. De La voz a tí debida, ¡Qué alegría más grande vivir en los pronombres! Lo cierto es que lo que quiero comentar en esta entrada de blog tiene poco que ver con este verso ni con Salinas o, tal vez, tenga mucho, mucho más de lo que parece porque de amor trata, en el fondo, aunque no de amor "romántico", lo que a continuación desgranaré. El domingo pasado fuí a comprar la prensa. Sixto, que así se llama mi kiosquero, es un tipo estupendo. A menudo hablamos de lo divino y lo humano. Es una conversación apresurada que los días de hacienda permite algunas alegrías mayores ya que los fines de semana...