Centenario de Julio Cortázar

No me gustan, bueno quizá sea mejor corregir el tiempo verbal, no me gustaban los centenarios, las efemérides. No sé. había algo en la celebración de los años redondos que...

Será que me estoy haciendo mayor, que he llegado a uno de esos números redondos y, quizá, sólo quizá, ya no me molestan tanto. Será cuestión de osmosis psicológica y que he aumentado mi permeabilidad al recuerdo programado.

Sirva esto para decir que este año es el año Cortázar: 100 años de su nacimiento. Para redondear el acontecimiento también hace 30 de su fallecimiento y todavía estamos en el 50 aniversario de una de sus obra más conocidas: Rayuela.

Lo cierto es que mi interés por Cortázar se despertó antes de saber que se iban a producir todas estas casualidades y conjunciones numéricas y temporales. Me surgió como que por sorpresa cuando me documentaba sobre el mito del Laberinto, me arrasó con una de las primeras obras firmadas con su nombre, un drama poético: Los Reyes, sobre el que ya he hablado en entradas anteriores. Por otro lado mi interés surge también como autor porque, de alguna manera, Cortázar está a punto de convertirse en un personaje dentro del libro en el que estoy trabajando ahora, así que todo lo relacionado con él ha pasado a interesarme.

Lo curioso es que Cortázar, hasta ese encuentro casual, era un autor al que conocía fatal, del que no había leído casi nada.  Seguramente es consecuencia de que no me han atraído nunca demasiado los cuentos, género en el que se prodigó especialmente, y que mi primer asalto a Rayuela resultó frrustrado. Ya veremos el segundo.

A finales del año pasado comencé a buscar libros de Cortázar en las librerías y me dí cuenta de que no resultaba especialmente fácil. Parece que pasa incluso con los grandes que, a menudo, no son convenientemente reeditados y sus obras escasean en las estanterías. Lo bueno de los aniversarios es que las editoriales aprovechan para desempolvar sus fondos y volver a presentarnos las obras de estos autores no del todo olvidados pero muy poco leídos entre fecha y fecha. Digamos que, con excepciones, los lectores nos sentimos más atraidos por las novedades sin darnos cuenta de lo que nos perdemos en el ámbito de los que ya son clásicos.

Aparte de la reedición de buena parte de sus libros con motivo del centenario, Alfagura ha aprovechado para sacar una novedad  Se trata de Clases de
literatura. Berkeley 1980. Un libro que recoge la transcripción de unas clases que Cortázar dió en 1980 en la Universidad de Berkeley, California, USA. Un libro que nos permite acercarnos al autor de una forma distinta y un tanto inesperada. Me encantan los libros así, difíciles de clasificar y que me sorprenden. En clases de literatura podemos encontrarnos con un Cortázar maduro, de 66 años; un hombre cercano, amable, inteligente, incisivo, comprometido con su tiempo, un maestro que enseña sin que lo parezca, sin ir de profesor, enseña porque sabe y porque casi cualquier cosa que sale de su boca tiene un contenido largamente reposado en la mente creativa del autor.

En las clases Cortázar habla de los diferentes géneros literarios, especialmente de los cuentos, de la fantasía y de la realidad, de la literatura latinoamericana y de sus obras...

Sea como sea esta entrada es una invitación a leerlo en este año tan especial.
 
Por cierto, si antes de decidirte a leer nada de Cortázar te quieres dejar sobrepasar por su personalidad no tienes más que ver las dos horas de entrevista, en dos programas que en 1977 le hizo Joaquín Soler Serrano en el mítico programa de TVE. A Fondo (programa aquí). (En esa época la calidad de los programas de televisión podía llegar a ser muy elevada ¿Os imagináis dos horas de entrevista a saco, sin cortes, sin imágenes para ilustrar, con un autor de hoy en día?)


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