Frases de esclavo en nuestra boca

Se me acumula el trabajo de escritura y reflexión en este blog. A veces comienzo entradas que se quedan por el camino porque otras les ganan en actualidad. Otras veces lo que pasa es que lo que voy escribiendo se pone más serio de lo esperado y me exige que me tome mi tiempo para continuar.

Eso es lo que me pasó con uno de los últimas emisiones del programa "Salvados". El título del capítulo, si puede llamarse así, era Precariado y Jordi, con su maestria en el arte de la entrevista y con un trabajo estupendo en el formato y en la edición, sin voces en off, sin discursos y opiniones propias, nos puso, eso entiendo yo, contra las cuerdas.

Entrevistaba a varios trabajadores de la planta de Nissan en Barcelona que en la negociación por la supervivencia de la planta habían aceptado una doble escala salarial (los antiguos conservan la mayor parte de sus condiciones laborales, los nuevos mucho peores), entrevistó a un grupo de jóvenes (y no tan jóvenes) que viven en situación total de precariado. En todas esas entrevistas imperaba el "se ha hecho lo que se ha podido". A continuación cruzó la frontera (literal, se fue a Francia) y entrevistó a un sindicalista que no aceptó la decisión de una gran multinacional de deslocalizar la planta en la que trabajaban, propiedad nada menos que Arcelor-Mittal, se enfrentó junto a otros compañeros y, en buena medida, ganaron el pulso.

Se que el planteamiento es un tanto maniqueo, que las condiciones en uno y otro país son distintas, que tampoco es igual ni la situación política, ni la económica, pero no puedo dejar de pensar que nos han contado una historia que nos interroga y mucho y llego a la conclusión de que estamos secuestrados, en buena medida nos hemos dejado secuestrar colectivamente, y hemos asumido el discurso de nuestros captores. Sufrimos una especie de síndrome de Estocolmo colectivo al que denomino Síndrome Katrina (al que le voy a dedicar algo más largo que una entrada de blog)

Los que seguís el blog y leéis mis textos sabéis que tengo predilección por las frases, pero hasta ahora le había dedicado la atención a las frases de los poderosos, las frases que nos dice el secuestrador que nos tiene encerrados en el Laberinto, a esas que nos convencen de su discurso y su visión del mundo. Sin embargo, esta vez, viendo el programa lo que me llamó la atención fueron las frases de los secuestrados, de los encarcelados, de los dominados. Son frases que emitimos y escuchamos continuamente, todos los días, son las frases que son creadas y contribuyen a crear este paisaje gris en que habitamos. Son las frases del esclavo en su significado literal de "no libre". Os dejo las más significativas:
  • Es lo que hay.
  • Pero es curro
  • Es que los tiempos están muy mal
  • Fíjate como están las cosas
  • Por lo menos es algo 
Nos dicen que somos libres, que vivimos en un mundo libre, que nunca ha habido más libertad, Sin duda, cuando hablamos de libertad debemos estar hablando de  cosas distintas. A eso le voy a dedicar algunas reflexiones y supongo que entradas.

Sólo me sale un quejido de lamento. Os dejo con  él. A los que no os guste ese tipo de música os recomiendo que seáis un poco pacientes, evitéis el prejuidio inmediato, escuchéis la letra, la apliqueis al cuento que ocupa esta entrada y dejéis salir las emociones. Total hoy es viernes y nos lo podemos permitir.

Si queréis repasar el trozo del programa de La Sexta en el que aparecen esas frases...


Comentarios

  1. No se el porqué me ha venido a la cabeza la conocida frase de la mujer maltratada por su marido: "Mi marido me pega lo justo". Es difícil hacer valoraciones de de forma individualizada pues cada persona tiene sus circunstancias que son las que realmente la convierten en esclavo.

    Tenemos que estar bien organizados para cambiar las circunstancias que permitan liberar a los individuos. (Jodeeer...esto suena a filosofía de carajillo. ¡Que nadie se ría! , que como es viernes me lo puedo permitir).

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  2. Dejando la burda adaptación de la famosa frase de José Ortega y Gasset «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», me faltó completar mi comentario con un comentario más.

    Independientemente de las circunstancias que rodean al trabajador, nunca me he explicado la actitud, demasiado generalizada, de algunos trabajadores/as de alardear acerca del aguante y dureza del trabajo propio. En algunas conversaciones parece que surge una especie de competición para ver quién es el que está más jodido, el que más horas trabaja y el que menos cobra. Lo más asombroso es que parece que se presume de ello, en lugar de criticar la perdida de condiciones laborales, conciliación de la vida laboral y familiar, derechos, salario, etc. Algunas veces, después de la dura competición, al ganador me lo imagino proyectando al suelo un esputo de tabaco de mascar como rubrica de su dureza como trabajador "esclavo". ¿Será que uno presume de lo que puede?

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