Lo público no puede llegar a cubrirlo todo

Hace un tiempo que no soporto los noticiarios de la televisión, no me gustan los de ninguna cadena y el lenguaje televisivo de estos programas me resulta enormemente agresivo. No se porqué y no me he dedicado a analizarlo, pero me resultan mucho más llevaderos los de la radio (bueno, los de alguna radio) o la prensa escrita, así que he comenzado a no escucharlos. De esta manera consigo mantener los niveles de "cabreo" en su justo punto.

Pero, claro, este ejercicio de salud mental tiene sus inconvenientes. Como podrán apreciar los seguidores más habituales de este blog hace ya unos meses que no comento ninguna de esas frases que tanto me mosquean. Ya sabéis que no son frases hirientes en sí mismas más que si te dedicas a analizarlas un poco. Bién, pues hoy he escuchado una que me ha dejado pensando... en todas las maldades que contiene: "Lo público no puede llegar a cubrirlo todo" La he oído en la boca de un responsable político del partido del gobierno, pero si nos detenemos mínimamente a escuchar muchas conversaciones públicas y privadas, expresada de esta manera o en una de sus muchas variantes, forma parte del lenguaje y del pensamiento cada vez más extendido.

He oído esta frase en varios contextos distintos: para justificar una privatización, en el marco de la idea que plantea que lo privado es más barato y eficiente que lo público; o para justificar un recorte y explicar, así, que no se pueden pagar determinadas prestaciones sociales con dinero público.

Pero vayamos al análisis de la frasecita de marras. De la afirmación se deduce que hasta ahora desde el sector público se ha cubierto todo, pero ¿Qué es todo? Pues sencillamente todo es todo y lo único cierto es que no lo hemos tenido todo cubierto, ni muchísimo menos. La palabra "todo" ejerce en esta frase la función de caballo de Troya, es la palabra que genera el marco cognitivo en que se nos pretende atrapar, si aceptamos esa palabra, esa frase tal cual, estamos perdidos, será muy difícil debatir, y eso es lo primero que hay que rechazar.

Es cierto que se han venido aumentando, conforme la situación económica lo venía permitiendo, nuevas prestaciones y coberturas sociales: escuelas infantiles de 0 a 3 años, programas escolares de bilingüismo, profesionales para trabajar la diversificación en las escuelas, atención a las personas en situación de dependencia, atención a los menores con discapacidad o en riesgo de padecerlas de 0 a 6 años... No me parecen lujos, me parecen programas que cubren necesidades reales de la población. No, no lo hemos cubierto todo. Pero hay que añadir que tampoco es cierto que ahora no seamos ricos. Seguimos siendo un país muy rico, el verdadero problema es que nos están obligando a pagar, entre todos, el agujero inmenso que dejó, fundamentalmente, la enorme deuda privada, especialmente bancaria y eso se está haciendo a cargo del dinero que antes dedicábamos a prestaciones sociales y, por supuesto, en términos ultraliberales, sin echar mano de la posibilidad de aumentar los ingresos por la via de unos impuestos más progresivos para mantener el nivel de inversión social. Pura ideología.

Se olvidan de que nuestro nivel de invesión en cobertura social es el 70% del de la media de la UE, mientras nuestro PIB es del 95% de la media de la UE. Un amplio margen de mejora incluso en situaciones de debilidad económica.

Pero, ¿Por qué las coberturas sociales no se pueden realizar desde el sector público? (veasé que he cambiado el marco en el que se desarrolla la frase, he sustituído la palabra todo en la pregunta, no podemos aceptar la premisa inicial) Se está incidiendo en la idea, de que en realidad, como proclamaba hace ya 30 años la premier británica Margaret Thatcher, de que la sociedad no existe y que, por lo tanto, cada uno debe cubrirse sus necesidades por sí mismo. Es la idea filosófica que se quiere extender y cuya consecuencia obvia es el desmontaje del Estado de Bienestar, que en realidad no es otra cosa que una red de aseguramiento colectivo ante los riesgos reales que tenemos a lo largo de nuestra vida.

Lo público es lo de todos (esta vez sí), lo común, lo guíado por el interés general, lo controlado democráticamente. Es el espacio por excelencia de la convivencia. Es la clave de la construcción de una vida en sociedad, en comunidad. No hay pruebas de que lo privado sea más eficiente que lo público en términos generales. Este es un mantra falso: el sistema de salud norteamericano es privado y es mucho menos eficiente que los europeos y mucho menos que el español, el transporte público o el sistema sanitario británico privatizados, han debido ser rescatados por el sector público (también algunos hospitales privatizados españoles) y son menos eficientes que los homólogos públicos, hay muchos servicios en los que lo público es más barato y eficiente que lo privado. Y eso sin contar que hay una rentabilidad social y sociopolítica en la gestión pública que no suele ser tenida en cuenta, quiero decir, que es un disparate dejar en manos del interés lucrativo la gestión de muchas cosas que son de un intensísimo interés general.

Por otro lado, cuando se utiliza la palabra todo y se junta con la palabra público se alude indirectamente a la causa del déficit público actual. Esa cobertura de "todo" sería la causante del actual déficit público que hay que recortar sí o sí. Y hay quer recortarlo por nuestra mala cabeza (parece ser que los señores de la banca no tienen en esto ninguna responsabilidad). Para hablar de esto os dejo con una presentación de diapositivas que he leído recientemente elaborada por Fernando Lamata que es autor de un blog que me resulta muy interesante  (podéis encontrar el enlace aquí) y que titula "Radiografía de la crisis, otro relato, con otro diagnóstico y otro tratamiento"



Radiografía de la crisis from FernandoLamata

Pra finalizar os hago una propuesta de frase alternativa construida desde nuestra propia forma de entender los valores sociales: Sólo lo público es garantía de cobertura de lo necesario.

Comentarios

  1. Como siempre, acertadísima reflexión. Y como bien dices: pura ideología. El caso es que va calando en la gente y eso es lo que más me preocupa.

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