¿Está nuestra sociedad secuestrada? ¿Estamos sufriendo el Síndrome de Estocolmo?

Patricia Hearst. Uno de los casos más notorios
de Síndrome de Estocolmo.
Como ya dije en una entrada anterior estoy intentando hacer una reflexión que busca mirar la realidad desde la que creo que es una de las características psicológicas más importantes para entender el actual momento social y político: el miedo (entrada anterior aquí).

Y uno de los elementos con los que creo que el miedo puede entrar en relación clara es con la dinámica personal por la que uno (o una) mismo es consciente de su persona, de su relación con los otros (empatía) y su comprensión de la realidad.

José Antonio Marina señala en el libro que ya he comentado algo que resulta evidente para cualquiera minimamente avisado y es que el poder siempre se ha basado en el miedo. Ya sea el poder político (no únicamente de los Estados) como el poder en las relaciones interpersonales. Poder, relaciones de la persona con su entorno (interpersonales y sociales) y miedo. Un coctel interesante.

Pensando en esto me he puesto a leer y a escuchar. Y lo que he escuchado me ha preocupado y mucho.

Llevo varios días escuchando insistentemente que los políticos son los responsables de la actual crisis económica. Los políticos han gastado el dinero a manos rotas y eso ha provocado la actual crisis. Son una chupones, unos malgastadores. Si elimináramos el Senado, la monarquía, las pensiones de los diputados, los coches de 150.000 euros, los aeropuertos innecesarios, los kilómetros de más del AVE...

También son culpables del desastre los que abusan de los servicios. Los "viejos" que se llevan recetas del médico a chorro, los inmigrantes que van al médico y se hacen operaciones que en sus países de orígen no pueden hacerse y que elevan las ratios de alumnos en las escuelas, que se llevan los libros gratis, que se aprovechan de nuestros servicios sociales y reciben cantidades de dinero sin talento.

Igualmente son culpables los ciudadanos que no pueden pagar sus hipotecas o sus créditos. Han vivido por encima de sus posibilidades. Si es que pedían crédito con el primer sueldo y se metían a comprar una casa. ¡A quien se le ocurre!

También son responsables los jóvenes, que sí que están muy preparados pero han sido criados a la sopa boba y esperaban que se las dieran todas en la mano. Si es que con tanto bienestar no saben luchar por la vida.

Y por último somos responsables todos y cada uno de los ciudadanos. Si es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, si es que es verdad, no se puede gastar lo que no se tiene, si es que teníamos una sociedad con demasiado bienestar, si es que no se podía tener de todo. Y además para todos. Además era injusto.

Son ideas que han calado profundamente en nuestra realidad diaria, las leo en las redes sociales, las escucho en conversaciones de café, en las esquinas cuando te detienes a saludar a alguien, en los medios, en la tele...

Es bien posible que cuando hayas llegado a leer hasta aquí te estés preguntando que porqué escribo esto. No deja de ser verdad que todos esos somos partícipes de la responsabilidad. Si es verdad que son/somos responsables de este desastre ¿Seguro?

Me da la sensación de que estamos sometidos a una especie de síndrome de Estocolmo, salvando las distancias claro. Fritz Breithaupt en su libro Culturas de la empatía (entrada en el blog aquí) al analizar este fenómeno se encuentra con la aparente paradoja que supone el síndrome de Estocolmo (wikipedia aquí) en el que la víctima de un secuestro parece acabar empatizando antes con el secuestrador que con la policía que intenta liberarlo. 
¿Sufrimos el síndrome de Estocolmo?
"Tal vez lo que importe en la situación extrema de la toma de rehenes sea justamente ese dilema que induce a un comportamiento por cierto singular como la empatía: sólo el que se considera radicalmente a merced de otro abandona su propia perspectiva" (pág. 120)
Y creo que eso es algo que nos está pasando. Estamos abandonando nuestra propia perspectiva. Ante la dificultad para identificar al que nos tiene "secuestrados" estamos optando por perder nuestra propia perspectiva social y nos identificamos con nuestro "enemigo".

Según Breithaupt sobre el síndrome de Estocolmo pueden distinguirse dos apreciaciones básicas que pueden darse por separado o a la vez: la situación provoca la destrucción del sistema psíquico y del sistema del sí mismo de los rehenes y el secuestrado desarrolla una inteligencia estratégica por la que empatizar con el secuestrador intenta simplemente transmitir sentimientos positivos en el mismo.

El Síndrome de Estocolmo se identificó por primera vez cuando una rehén de un robo en Estocolmo acabó casándose con uno de sus secuestradores. Patricia Hearst, el caso más conocido por su capacidad mediática, hija de un magnate, secuestrada por un grupo terrorista, acabó formando parte de la banda convencida de los argumentos políticos de sus captores. Creo que algo de esto está sucediendo con nuestra sociedad. El miedo que los "mercados" están difundiendo con su tremenda  capacidad de chantaje nos mantiene atenazados y nos estamos comenzando a creer los relatos de la realidad que nos están contando y sobre todo están consiguiendo que disparemos en la dirección equivocada.

¿Pero quien nos tiene secuestrados? Desde mi punto de vista los que nos tienen secuestrados son los mismos que han provocado esta crisis con su irresponsabilidad y los mismos que se están aprovechando de ella. Es cierto que la mayor parte de nosotros hemos participado en la fiesta de los años de las vacas gordas, y es cierto que los políticos  son responsables de no haber sabido encontrar respuestas "políticas" y creibles a la situación, son culpables de habernos decepcionado, muchos de ellos de haber participado activa o pasivamente en la creación de la superestructura desde la que nos están dominando, pero ni unos ni otros somos los causantes directos de la crisis, esos están en otro sitio y nos han secuestrado, han secuestrado el pensamiento y la opinión para convencernos de que los culpables somos nosotros y lo tenemos que pagar.

Hace mucho tiempo que la dinámica pobres-ricos parece pasada de moda. Sin embargo ahora más que nunca hace falta retomar una lectura de la desigualdad social y de la confrontación de intereses en función de nuestra clase social (creo que hay que empezar a recuperar la perspectiva de clase en el lenguaje analítico cotidiano)

Joaquín Estefanía en La economía del miedo señala que en los últimos años, y especialmente en esta crisis económica, se está produciendo la rebelión de las élites "grupos privilegiados de actores sociales y políticos (...) se liberan de la suerte de la mayoría y dan por concluído de modo unilateral el contrato social que los une como ciudadanos. Al aislarse en sus redes y enclaves de bienestar -en su mundo- esas élites abandonan al resto de las clases sociales a su albur (...) Una parte de ese contrato social contemplaba una cierta equidad (...) esto es lo que se ha roto en la Gran Recesión"(págs 42-43)

La crisis actual la ha creado el capitalismo financiero. Los especuladores que ganan dinero sin inversión real en la economía, simplemente invirtiendo en sofisticados productos cuyo único interés es generar beneficios, no riqueza. Esos son los que nos tienen secuestrados. Esos y sus voceros bien pagados a través de think tanks y de los muchísimos medios de comunicación que controlan.

El problema es que no están lo suficientemente bien identificados. En general los que nos dedicamos a los servicios sociales nos hemos especializado en estudiar la pobreza y a los pobres. A estudiar como intervenir con ellos para ayudarlos a salir del pozo. Por eso me resultó interesante la propuesta de Susan George en Sus crisis, nuestras soluciones.
"Aún nos falta conocimiento suficiente acerca de quienes toman las decisiones que afecta a innumerables vidas y están en condiciones de manipular las reglas a su antojo: es decir, bancos y empresas transnacionales, organismos comerciales globales y regionales, instituciones culturales y laboratorios de ideas derechistas, importantes burocracias estatales, medios de comunicación, etc (...) ¿Qué puedo decir. Estudiemos a los ricos, no a los pobres"
Esos son los que nos tienen secuestrados. Los que nos meten miedo. En futuras entradas intentaré ir desentrañando cómo.

(Nota: Los libros de Joaquín Estefanía y Susan George están en cartera para ocupar entradas de este blog en el futuro) 


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