La máquina del fango. Atacar la credibilidad de las personas que se significan. Otra manera de crear miedo.


El juez Giovanni Falcone.
Si has leído las últimas entradas de este blog ya sabrás que estoy dedicando un espacio a reflexionar sobre el miedo. Sobre cómo el miedo es la emoción humana que más está mediatizando nuestra actual vida social. Sobre cómo el poder lo utiliza para alcanzar sus objetivos.

Diferentes noticias, algunas con bastante repercusión en los medios de comunicación y otras menos conocidas pero más cercanas en lo personal, me han hecho volver sobre la idea de la "máquina del fango".

Es un concepto que leí en el libro Vente conmigo de Roberto Saviano al que ya he dedicado una entrada en este blog (aquí). Saviano es el autor de Gomorra, la reconocida novela sobre la camorra napolitana. Como consecuencia de su labor periodística Saviano tiene que vivir protegido continuamente de la amenaza de muerte que sobre el tiene dictada esa organización delictiva. Saviano es considerado en Italia, al menos por las partes más sanas de esa sociedad, como un referente ético.

¿Qué es la máquina del fango? Sencillamente es el proceso que los poderosos ponen en marcha cuando alguien comienza a ser molesto. De alguna manera es la manifestación moderna del rancio autoritarismo. Hoy está mal vista la eliminación física de los adversarios. Han encontrado una forma más sutil de acabar con ellos. Enfangarlos. Difundir bulos sobre ellos. "Poner en marcha el mecanismo con el que es posible difamar a cualquier persona" (pag 41) Hacerles aparecer como seres despreciables. Atacar su imagen pública. Atacarles en su privacidad. Obligarles a defenderse, a contestar infundios, a dedicar tiempo a hacer esto y no a lo que venían haciendo. Además por bien que se defiendan se consigue que la imagen quede contaminada y lo que es peor que en la sociedad cale la idea de que "todos son iguales". La máquina del fango se disfraza de investigación. En general se busca un aspecto privado de la vida de una persona para atacar su imagen pública.

Saviano recuerda pormenorizadamente la historia del juez Falcone (wikipedia aquí). Falcone, para aquellos que no lo conocieron, fue el juez italiano que inició la lucha antimafia. De hecho esta acabó asesinándolo. Sin embargo hasta que esto sucedió muchos pusieron en marcha un auténtico proceso público contra el juez. Lo que Saviano denomina la máquina de fango. Se le acusó de todo. De intentar prosperar en base a sus actuaciones, de aprovecharse de su lucha para intereses personales, de creerse mejor que los demás, de ser un juez estrella... Esas acusaciones buscan el aislamiento social. El desprestigio. Para entender el efecto de este tipo de acusaciones en la sociedad puede ser interesante reparar en la siguiente cita:
"Resulta entonces muy fácil, es como salir el sábado por la noche, ver una pesona en el suelo y decir "¡Bueno! se lo merece, está borracho, se ha emparrillado...·" Y no te sientes en el deber de ayudarle, porque si lo haces te arruina la noche del sábado. Del mismo modo, es mejor decir que esas personas aspiran a hacer carrera, que quien se ocupa de esas cosas lo hace sólo por el dinero o para tener más fama. Mejor. Porque si crees que están haciendo lo correcto, si crees en su talento, entonces has de seguirles. Y si no lo haces te conviertes en cómplice. He aquí el país feliz, donde si no te mueres eres culpable de vivir" (pag 53) 
La derecha extrema y los poderes mafiosos, el poder (el de verdad), en general, se disponen al ataque. Disciplinando al que destaca meten miedo al resto para que no osemos asomar la cabeza. Aprendemos que si la asomamos nos la van a cortar.

Saviano explica perfectamente su necesidad de desentrañar y denunciar el mecanismo feroz de la máquina del fango en la siguiente cita.
"Yo consideraba fundamental, en primer lugar, explicar cómo funciona la máquina del fango. (...) Porque la máquina del fango escupe contra todo aquel al que el gobierno considere un enemigo. Con el objetivo no de denunciar un crimen o de mostrar un error, sino de obligarte a defenderte. Con el objetivo no de poner en la balanza el peso de las opciones individuales, sino de equipararlo todo para poder decir que todos estamos "sucios" que todos cometemos errores, que no se puede confiar en nadie. Que no hay esperanza. Este juego quiere convencernos de que "así funciona todo el mundo", de que sólo es posible tener éxito en las cosas mediante el compromiso, mediante la concesión, porque en el fondo todos se venden si quieren llegar a alguna parte.
La única respuesta posible es decir que no se tiene miedo, que los lectores han entendido ya el mecanismo, que no es verdad que el país se ha maleado y no ve la hora de poner en la picota a cualquiera con tal de justificarse a sí mismo. Este mecanismo se puede desmontar, se le puede debilitar, simplemente hablando de él. (...) la respuesta no puede ser de rechazo, no debe basarse en principios morales. No se responde sintiendo que uno es mejor, sino sintiendo que uno es diferente, a pesar de las debilidades y los errores de uno mismo" (paga 13-14)
Este proceso de destrucción de la imagen de los opositores busca generar miedo, envenenar la conciencia ciudadana, convencernos de que "todos son iguales", generar una sociedad corrupta, que transige con la corrupción, que todos somos pícaros. ¡Cuantas veces escuchamos que este es un país de pícaros! Pero no es verdad.

Baltasar Garzón.
Este tipo de procesos se están organizando continuadamente. En estos días es patente y notorio el furibundo ataque al juez Garzón, por el mero hecho de osar atacar al poder gobernante compinchado con la Gürtel. Es curioso ver cómo de una forma absolutamente excepcional se juzga al juez de uno de los procesos judiciales más importantes contra la corrupción política. Los corruptos enjuician al juez que perseguía la corrupción. Sencillamente tremendo.

Saviano cuando habla de la máquina del fango se refiere a procesos elaborados contra personas concretas. Pero dando un pequeño salto creo que se puede encontrar una cierta relación en las campañas orquestadas contra determinados grupos y colectivos sociales, contra las instituciones más establecidas del Estado de bienestar: desde la Seguridad Social, hasta el sistema de salud, pasando por todos los demás pilares de nuestra protección social.

En este sentido puede resultar interesante acudir al libro de José María Izquierdo  Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna (también comentado en el este blog aquí) y que recoge los tremendos ataques que la derecha extrema está lanzando contra todo lo que se mueve transmitiendo una imágen de podredumbre en la sociedad, y especialmente de su adversarios políticos absolutamente increíble, pero una imagen que acaba calando en todos los sectores sociales, incluídos los más alejados de sus planteamientos políticos. Uno de los factores más importantes es que se pretende extender la idea de que "todos somos iguales" (en el sentido de "todos robamos igual")

Sirvan de ejemplo estas frases:
"En un país de tramposos, como por desgracia proliferan en España, sólo la libertad plena de contratación puede poner las cosas en su sitio. Produce vergüenza la cantidad de criaturas (...) que cogen bajas de conveniencia, firmadas por médicos cómplices o simplemente pasotas, y resulta que cuando un empresario no puede pagar el impuesto revolucionario de la Seguridad Social..." (De la Gaceta, 15-12-2010)
Izquierdo recoge frases e insultos contra los políticos socialistas más relevantes, y también contra determinados grupos sociales: El 15 M, los partidos de izquierda en general, las instituciones del bienestar social, la seguridad social...  Me voy a centrar (por motivos de espacio) en algunas lindezas que dedican a desprestigiar a una de las organizaciones más necesarias para poder luchar contra el miedo: las organizaciones sindicales. Verdaderos espacios de acción colectiva contra el miedo al cada vez más impresionante poder del empresariado en nuestra vida laboral cotidiana. Si no existieran las organizaciones sindicales habría que volver a crearlas. Sólo la acción colectiva nos puede salvar de unas condiciones laborales de absoluta explotación. Es cierto que los sindicatos están cada vez más limitados en su capacidad de actuación, pero sin ellos el miedo cundirá con fluidez y seremos más fácilmente manejables y dóciles.

Veamos algunas de ellas.
"Los sindicalistas son fulanas bien pagadas" (Eduardo García Serrano. El gato al agua. Intereconomía, 25/02/2010)
"Han descubierto un dinosaurio en Cuenca, jorobado y carnívoro, y no se descarta que sea un viejo liberado sindical de la UGT" (Xavier Orcajo. Otro gallo cantaría. Intereconomía, 10/09/2010)
"Muchachotes bien pagados, viejetes enfadados y nostálgicos de la Unión Soviética y mujeres dedicadas a gritar, también por supuesto subvencionadas y educadas en el odio. (...) Y encabezados por esos dirigentes ignaros y alguno que nos recuerda realmente lo que es el espíritu de Atapuerca" (Herman Tertsch, ABC, 10/06/2010)
"Los trabajadores díscolos, los irresponsables, los de la baja por un resfriado, los que no hacen nada son los que al final, cuando ya han acabado con la paciencia del empresario que decide despedirles, acuden al sindicato para completar la infamia"(Salvador Sostres, el Mundo, 13/06/2010) (págs 77-78)
Izquierdo tiene recogidas en su libro varias páginas más de este tenor y todavía más insultantes. Pueden parecer tan burdas que no va a haber nadie que se las crea. Pero el efecto queda y muchos de estos planteamientos, desprovistos (a veces no tanto) del ropaje más extremo, acaban deformar la imagen general que los sindicatos tienen en la sociedad.

José Manuel Ramírez. Presidente de la Asociación
de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales.
Por último quería recordar otro caso de ataque a la persona que tengo más cercano. José Manuel Ramírez, Presidente de la asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, pero acabo de leer un blog que lo hace estupendamente y temo quedar terriblemente corto: es el de Belén Navarro (enlace aquí)

Sin embargo lo voy a intentar: La asociación que preside José Manuel ha manifestado continuamente su opinión sobre la forma de gestionar la dependencia en España y ha puesto de manifiesto las verdaderas vergüenzas de varias de ellas. "Curiosamente" acaba de ser despedido del Ayuntamiento en el que trabajaba desde hacía 18 años. Un despido injustificable y que acaba atacando no sólo el bienestar material sino que procura una imágen personal negativa al estar generando la idea de que merecía ser despedido. José Manuel ocupaba un puesto de empleo fijo en la Administración. Llevaba varios años sometido a una situación laboral muy difícil que mereció la intervención por parte del Defensor del Pueblo Andaluz que realizó una serie de recomendaciones para evitar el trato dispensado. Lejos de seguir la recomendación se amortizó su plaza en la Relación de Puestos de Trabajo como paso previo al despido, en una utilización de las potestades administrativas muy inusual como bien sabréis todos los que conozcáis a fondo la Administración Pública.

Aunque el caso no se ajusta exactamente al patrón descrito en esta entrada las relaciones me parecen evidentes. En ambos casos se busca atacar a la persona, atacar su credibilidad, limitar su capacidad de acción y sobre todo generar miedo en el protagonista de la noticia y en quienes le rodeamos. Por eso más que nunca creo obligado expresar mi gratitud, amistad y solidaridad a José Manuel.

Para finalizar, y es que esta entrada me está saliendo excesivamente extensa, alguna pequeña reflexión sobre a dónde nos lleva todo esto y cómo combatirlo. 

La crisis económica y política de 1929 abrió la puerta a los totalitarismos y en especial al fascismo. Abundaba el mismo sentimiento: el miedo. Se buscaban seguridades y se encontraron en estos movimientos. En aquellos momentos, especialmente el nazismo,

La historia nunca acaba repitiéndose igual. No tengo una bola de cristal pero apuesto a que el neofascismo se vestirá con otros ropajes. Creo que ya lo está haciendo, algunas de sus fórmulas: la tecnocracia (el imperio de la técnica sobre la política), el desprestigio de la política, el desprestigio del Estado, el desprestigio de lo colectivo y lo común, pero en lo concreto, elaborando fórmulas sofisticadas de acabar con los enemigos, con los opositores. La máquina del fango es una de esas fórmulas.

Ante la aparición de los bulos, de los acosos, de los ataques a las personas o grupos más relevantes de nuestra organización y defensa social no debemos quedar callados, debemos hablar, debemos manifestar que no todos son iguales, que no es verdad. Y desde luego deberíamos pensarnos muy bien lo que decimos, cómo desarrollamos las críticas (que por supuesto son muy merecidas en muchas ocasiones) para no ser cómplices de estas campañas de acaso y derribo a personas y organizaciones que resultan imprescindibles para nuestro desarrollo como sociedad democrática.

Saviano lo expresa mucho mejor:
"Cuando advirtamos que el poder deslegitima, no caigamos en la trampa. Basta decir: "Esto es fango, no me interesa, no me vale" (Pag 60)

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