Acosados

El mensaje de la austeridad entra por el miedo
A poco que nos paremos a pensar nos daremos cuenta de que estamos siendo acosados/as. Escuchamos con una reiteración machacona el mensaje: hay que ser austeros, hay que gastar menos.

El mensaje está calando con tanta fuerza que es ya muy frecuente escuchar, incluso entre los profesionales de los servicios sociales, expresiones y conversaciones que dan por hecho el desmontaje del sistema. Se entiende que es un mal menor y "con la que está cayendo". Parecemos haber bajado los brazos y asumido que esto es así, ¡Qué se le va a hacer!. Al fin y al cabo es culpa del propio sector público la situación en la que se encuentra y ahora hay que ahorrar y no se puede gastar lo que no se tiene (nuevamente la famosa frasecita, entradas blog. aquí, y aquí). Habrá que volver a recurrir a las organizaciones sociales.

Esa sensación de derrota se debe, al menos en parte, al acoso psicológico al que nos estamos viendo sometidos. De acuerdo con Marina el acoso es una de las maneras que utlizan los que tienen poder para domeñar a sus víctimas con miedo. Una de las claves del acoso es que no se percibe, no se nota que te lo están haciendo, es difícil de demostrar y fundamentalmente, es la característica que más me interesa ahora, la víctima piensa que la culpa es suya.

Hace ya nada menos que doce años Marie France Hirigoyen (wikipedia aquí) publicó un libro que de alguna manera puso sobre el tapete la realidad del acoso moral, especialmente en la familia y en la empresa. Sus reflexiones, como las de Marina, se refieren a las relaciones puramente interpersonales, pero creo que de sus enseñanzas se pueden extraer contenidos significativos para explicar la situación social actual.

Para Hirigoyen la relación de acoso es una relación perversa. Y con este idea entronco con otras ya expresadas en las anteriores entradas dedicadas al miedo (consultar pestaña superior o buscar etiqueta miedo en el margen derecho de la página). El contenido que sirve de línea argumental de todas estas entradas es que el miedo corrompe el clima social, la convivencia y a las propias personas.

Esa relación perversa se desarrolla en dos fases: una primera de seducción perversa y otra de violencia manifiesta. Los verdaderamente poderosos. Los mercados financieros y los señores y señoras que están detrás de ellos, están ejerciendo, o han ejercido a lo largo de todos estos años, ese proceso de seducción perversa y han utilizado los mecanismos que señala Hirigoyen en su libro El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana de editorial Paidós. Un libro interesante no sólo para hablar del acoso de los mercados, sino para la misma intervención profesional en las situaciones de acoso en las relaciones familiares y sociales de las personas con las que trabajamos.

Por otro lado es evidente que los "mercados financieros" no se comunican directamente con la ciudadanía, utilizan otros medios para hacer llegar sus mensajes: los grandes think tanks neoconservadores, los grandes conglomerados que controlan la comunicación social, los grandes organismos de control de los mercados internacionales y en muchas ocasiones los propios gobiernos y muchos partidos políticos que se aprestan a hacernos "tragar" lo intragable.

Hirigoyen señala los siguientes procesos utilizados para la seducción perversa:

  • Rechazar la comunicación directa. Y lo que es evidente es que nuestro acosador no tiene rostro. Es, posiblemente, la primera vez en la historia humana en que resulta prácticamente imposible ponerle rostro al explotador. Y además los acosadores niegan que nos estén acosando. Plantean que lo que sucede es consecuencia de "lo mal que nos hemos portado antes"
  • Deformar el lenguaje. Ya he dedicado varias entradas a estudiar cómo los neoconservadores y los medios de comunicación han conseguido modificar la visión de la realidad que vivimos merced a la modificación en el uso del lenguaje (entradas por ejemplo aquí) Pero lo que importa de característico ahora es que el tono del acosador es un tono frio, distante, insulso y monocorde. Es el lenguaje de los tecnócratas que antes nos explicaban que se habían acabado los ciclos económicos y ahora nos explican que para salvarnos de este ciclo negativo seguimos teniendo que hacer lo que nos dictan.
  • Mentir. Es obvio que no nos están diciendo toda la verdad. Que se manipula la información para favorecer las medidas. Que se silencian las voces discordantes. En palabras de Hirigoyen: "Las cosas se dicen sin decirlas, esperando que el otro comprenda el mensaje sin tener que nombrarlo. Lo más frecuente es que estos mensajes sólo se puedan descifrar posteriormente" (pag 89)¿ No les suena esto a las últimas declaraciones del gobierno español?
  • Utilizar el sarcasmo, la burla, el desprecio y descalificar. No hay mas que  ver la entrada sobre la máquina del fango (aquí) Y además cualquier economista crítico es considerado poco menos que un paria que no sabe lo que dice. Cualquiera que osa decir ahora que hay que gastar más y no menos es mirado con absoluto desprecio, como si fuera un loco. Y sin embargo eso es lo que están haciendo los USA y les está comenzando a funcionar.
  • Utilizar la paradoja. Como señala la autora del libro citado. En el arte de la guerra chino se expresa: "Antes de combatir (los antiguos) intentaban debilitar la confianza del enemigo (...) Corrompa lo mejor del enemigo mediante ofrendas, regalos, promesas, altere su confianza haciendo que sus mejores oficiales cometan acciones vergonzosas y viles, y no deje de divulgarlas (...) La víctima pierda la noción de la propia identidad. No puede pensar ni comprender" (pag 93) 
  • Divide y vencerás. Y nada hay más cierto que la división profunda y el desconcierto que se ha provocando entre la gente. Entre los que aceptan que no se puede hacer otra cosa, los que piensan que nadie nos puede sacar de aquí, los que quieren crear otra alternativa.
  • Imponer autoridad. Nos están imponiendo los criterios dictados por las autoridades monetarias y de los bancos centrales vestidos con la autoridad que otorga la posesión del saber técnico. Y estamos al dictado de los mercados. Si nos canteamos un mínimo nos suben la prima de riesgo y nos ponen contra la cuerda del rescate. Y los gobiernos deben cambiar continuamente sus mensajes para adaptarlos a los dictados de los mercados dejandolos en muchas ocasiones con "el culo al aire". De hecho percibimos nítidamente que ya no mandan ellos, que alguien desde fuera está imponiendo su autoridad.
Los mercados financieros nos acosan

Con todas estas técnicas nos están convenciendo de que no hay otra solución, de que no queda más remedio que soportar la situación y como señalaba más arriba que al fin y al cabo nosotros somos los culpables de la situación y debemos pagar por ello.

De hecho de acuerdo con el mismo texto de Hirigoyen las consecuencias de esta fase de dominio en el agredido son: renuncia (que consiste en evitar el conflicto), la confusión (las víctimas no se atreven a quejarse o no saben hacerlo), la duda ( la víctima no puede creer lo que tiene ante sus ojos), el miedo (la víctima se siente aterrorizada), y el aislamiento ( la víctima se siente sola)

Todo este proceso de seducción perversa se produce como respuesta ideológica a la todavía resistente cultura del bienestar que continua dominando en la mayor parte de Europa y, por supuesto, en nuestro país.

La encuesta del CIS del mes de septiembre pasado arrojaba datos que manifestaban que más del 70% de los españoles todavía preferían un modelo clásico de bienestar social para organizar el gasto social y la convivencia en nuestro país. Los neoliberales y neocon tienen un proyecto distinto. Con esos números de aceptación saben que van a tener serios problemas para imponer su modelo. Y eso requiere de un cambio en el concepto social. En lo que Gramsci denominaba la hegemonía cultural. Tienen que cambiar la forma de ver las cosas y la crisis económica les ha servido en bandeja la oportunidad de entrar a saco en el asunto. Se trata de convencernos de que los culpables de la crisis somos nosotros, y por supuesto lo es el gasto público, el sector público, los funcionarios y todo lo que huela a gasto común. El insoportable gasto social. Si nos sentimos culpables estaremos dispuestos a arrepentirnos, hacer propósito de la enmienda y nos portaremos bien en el futuro. Joaquín Estefanía en la economía del miedo, editorial Galaxia Gutemberg lo expresa así:
"Las tres décadas de hegemonía de la revolución conservadora han estado ocupadas en el debilitamiento del Estado de Bienestar. El discurso económico ha deevenido en discurso político. No lo han conseguido del todo pues la defensa del Welfare y su universalización sigue convocando a muchos ciudadanos a la resistencia. Pero los neocons y los neoliberales han logrado instalar en el razonamiento público la ideológica contradicción entre eficacia y solidaridad" (pag 46) 
Podrás pensar que todo esto está muy bien pero ¿Qué podemos hacer? Para no alargar mucho la entrada señalo simplemente las claves que Hirigoyen señala para el acoso a las personas: busca tu mismo/a la traducción a la situación social: elegir el psicoterapeuta, nombrar la perversión, liberarse, desembarazarse de la culpabilidad, sustraerse al sufrimiento, curarse. Pero ante todo hay que resistir psicológicamente (yo diría ética e ideológicamente), encontrar ayuda en otros y actuar.

Comentarios

  1. angel sanz cintora25 de enero de 2012, 18:18

    Me parece muy acertada la reflexión y el análisis. Si logran que nos culpabilicemos, el problema es nuestro y la solución está en nuestras manos: trabajar más, abusar menos de los servicios públicos (ir menos al médico, no suspender tanto, ser positivo ...), buscar empleo más activamente. Como digo yo, al final, el problema de las pensiones, por ejemplo, es que los pensionistas son demasiados y viven demasiado tiempo. Solución: debemos morirnos antes para no ser tan costosos.

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  2. Jose manuel ramirez26 de enero de 2012, 22:01

    Magnifica entrada si me permites cojo alguna de tus reflexiones las necesito a nivel personal.

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